¿Qué debemos hacer tras sufrir una pérdida?

No hay dos pérdidas iguales. Cada fallecimiento de un familiar supone una vivencia distinta y diferente en todos los sentidos entre los diferentes miembros de una familia.

En el supuesto de que la ausencia provoque un sentimiento de vacío, tristeza y pena profunda las reacciones emocionales serán particularmente intensas y el dolor y sufrimiento requerirán una atención también más cuidada.

Inicialmente, ante la sensación de incredulidad y pena, es necesario permitir que la tristeza se exprese sin ninguna contención dejando que el llanto se manifieste siempre que aparezca.

La propia expresión de la tristeza cuando se presente aliviará de alguna forma el estado de ánimo del doliente. Es previsible que estos sentimientos de pena se mantengan y creen un estado de ánimo propio que debemos “respetar”, no luchar contra él porque cuando se lucha contra un sentimiento éste gana potencia y, de alguna manera, se retroalimenta y refuerza.

No se trata de “abandonarse a la tristeza y pena” sino de ser consciente de que esos sentimientos son preponderante en los días, semanas e incluso meses posteriores a la pérdida y que los debemos tolerar y asumir como una reacción natural.

Tolerar la pena, la tristeza y el llanto ayudará a avanzar en el proceso de duelo de manera que poco a poco la persona fallecida, su ausencia, se vaya integrando progresivamente en la normalidad sin que eso suponga olvido alguno.

No hay un plazo establecido para dejar de sentir esa tristeza profunda, pero si ese sentimiento impide o dificulta seriamente la vida personal, familiar y/o laboral sería oportuno recabar apoyo y ayuda especializada.

 

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